jueves, febrero 07, 2008

Chile y sus Medios.


En Chile, el tema de los medios es trágico y no es una cosa de alarmar o ser sensacionalistas (para qué más sensacionalismo), sino que se respira y se sufre. La calidad es una cosa, preocupa a algunos cuántos, la verdad es que muchos se tildarán de preocupados al respecto, pero es un chiste. El discurso sobre la calidad, sirve actualmente, sólo para tecnificar la discusión. No quiero decir que la calidad sea algo sin importancia, pero se discute actualmente por los dueños de los medios de comunicación, los pocos dueño y, por tanto, la discusión gira sobre unos cuantos consensos y disensos, sobre economía, pero no pone en riesgo ni siquiera mínimamente la hegemonía, el control casi terrorífico que ciertos grupos ejercen en los medios y, por tanto, en las personas.

Hace casi 18 años que, teóricamente, se volvió a la democracia, pero la pluralidad en medios es igual o menor que en dictadura. Para las democracias, los medios de comunicación son fundamentales, de hecho, cuando se analiza si un Estado está o no en democracia, la pregunta por la libertad de los medios, siempre está presente. Mas, el grave problema, para variar, sigue siendo la forma en que se entiende esa palabra. Cuando la información ha pasado desde ser un bien o una necesidad pública, a ser un negocio, el hecho que estén liberalizados o no, es irrelevante para la calidad de democracia que se tiene en un país. Perfectamente Chile se puede jactar de que tiene unos medios libres, porque están sujetos a la competencia del mercado, pero el problema es que ese mercado hace mucho tiempo que está viciado y cualquiera que intenta entrar en competencia, simplemente termina cediendo a los grandes holdings comunicacionales o quebrando, así el periódico “Siete más Siete” o el diario “El Metropolitano”, respectivamente.

En Chile los medios de comunicación, constituyen un oligopolio, con fuertes sectores económicos dominadores de la información, así “de los primeros grupos económicos, tres son conglomerados chilenos (Grupo Edwards, COPESA y el Grupo Claro) y dos conglomerados extranjeros (Grupo Televisa y Grupo Cisneros). De los chilenos, los dos primeros duopolizan el sector de la prensa escrita y revistas nacionales, quedando el grupo Claro con importantes participaciones de mercado en varios sectores, destacándose el de la televisión abierta y cable. En cuanto a los grupos extranjeros, Televisa (México) es el productor nacional más grande en materia de revistas (más de 20 publicaciones), junto con ser el dueño de la empresa distribuidora de revistas más importante del país. En tanto, el grupo Cisneros (Venezuela) es dueño de la cadena de radios con transmisión a nivel nacional más grande del país con 8 radioemisoras.”[1] En cuanto a cantidad de medios y a poseción de empresas los grupos económicos no varía mayormente, sólo aparecen dos nuevos como son el Estado y la UC. En fin, esta limitada cantidad de grupos poseedores de los medios de comunicación deciden qué cosa ven los chilenos y, por tanto, qué mundo construyen en su fuero interno. Digamos que en la época en que nos encontramos la información cumple ese rol tan importante, lugares demasiado remotos como Irak o Afganistán sólo llegan a nuestro conocimiento, a través, de lo que la prensa comunica, por tanto nuestras construcciones, nuestras verdades se ven afectadas directamente por lo que recibimos como información. La fuerza que tiene el aparato comunicacional es indescriptible y el hecho de que esté absolutamente dominado es tanto o más peligroso que cualquier medio de coerción. La necesidad de los medios coactivos se reduce en gran cantidad, cuando se logra dominar lo que las personas creen, sienten y ven. Los grupos económicos predominantes pertenecen a un mismo sector, que defiende un grupo y unos intereses bien definidos, por tanto, su programación está cuidadosamente elaborada para cumplir con sus objetivos. Se cuenta con expertos que se encarga tanto del área visual (porque es de lo más importante, más que el contenido mismo) para que sea atractivo y susceptible de ser vendido; Como con gente que se encarga cuidodasamente del área ideológica, de qué ideas se transmiten, de cuánta seguridad, miedo o delincuencia se hace llegar al público. Por ejemplo, la cantidad de minutos que se le da a una o noticia u otra, está cuidadosamente calculado, en base a parámetros que las líneas editoriales se fijan, pero ¡sin engañarse, por favor!, las líneas editoriales, no están por hacer “periodismo ético” sino, periodismo conveniente, ¿para quién? Para los dueños de las empresas, de los monstruos de las comunicaciones y ellos son los que deciden qué país armarse, qué país quieren que la gente vea. Sin olvidar, que ellos también dependen de la publicidad, entonces, resulta que lo que vemos es lo que le avisador y el gerente general de la empresa de comunicaciones quiere que veamos. No es una exageración, según un intelectual que ya no recuerdo su nombre, nosotros somos vendidos a las empresas publicitarias y no son ellos quienes nos venden productos. Lo que creo, da pie para pensar que no somos receptores de publicidad, sino que participamos directamente en ella, con un ánimo, con una susceptibilidad especial y eso se forja también con las noticias, con la cualidad de las noticias. Media hora de deportes entonces, para mantener pendiente a la mayoría del público. Pendiente, pero no estresado, sino plácido, para que no cueste nada que se deje arrastrar por la ola del comercio, de las mujeres bellas, etc.

Eso es una cosa. Ya hablábamos del monopolio comercial, y de su cercana línea de pensamiento, es decir, el monopolio ideológico. Qué es noticia y qué no lo es, pero no tan sólo eso, sino que, cómo se aborda esa noticia, cómo se encuadran sus participantes, cómo se decide qué es criminalidad, el criterio no es discutido, puesto en duda, sino que asumido, creado y sustentado por un grupo, una cierta cantidad de personas que cuidan intereses, y el Estado que debe regular, no es capaz. Mejor dicho, no le interesa, él es participante del mismo juego, él tiene empresas de comunicaciones que siguen las mismas lógicas de operatividad. Lo importante entonces, es el status quo, excepto cuando el comercio puede más (como con los pingüinos) y, entonces, una noticia se cubre de manera distinta. Pero ahí está lo más terrible de la nula pluralidad de los medios, éstos construyen caricaturas, sacan ciertas facetas, las más inofensivas y las que más venden y con eso se arman un paisaje, un panorama y lo difunden. No hay en chile, un sólo medio con la difusión y la (lamentable) credibilidad que tienen los medios tradicionales, como para oponérsele y hacerle frente de igual a igual. Para desenmascarar un uso, un aprovechamiento, una estrategia de poder. Así entonces, lo que alguna vez fue desorden se transforma en un producto, y se vende. Y la gente lo compra. Así, más menos, lo señala Carlos del Valle (2006) “La peculiaridad del caso chileno es que estos procesos económicos de concentración van acompañados de un marcado ‘monopolio ideológico’ y la presencia de grupos extranjeros que se mueven en la lógica de la ‘industria de la entretención’, van copando los espacios comunicativos y relegando a los márgenes la diversidad cultural y política”.[2]

Esta forma de administrar la comunicación, para desgracia, no es solamente un mal de la televisión abierta y los medios de difusión pública, sino que afecta también a las compañías de televisión paga, ya sea televisión por cable o televisión satelital. Léase: “El proceso de monopolización sectorial se inició en el país durante 1995, cuando se produjeron las fusiones de Metrópolis con Intercom y de VTR con Cablexpress. En enero de 2004, la matriz mundial de VTR, United GlobalCom, concluyó la venta del 100% de sus acciones clase B a Liberty Media, que en ese momento ya controlaba el 50% de Metrópolis Intercom. De esta forma el consorcio estadounidense Liberty Media quedó con la totalidad de VTR y la mitad de Metrópolis Intercom, compartiendo la propiedad con el grupo económico de Ricardo Claro. Al producirse la fusión de VTR y Metrópolis Intercom, como se permite en el fallo del Tribunal de Libre Competencia y la Corte Suprema, Liberty Media queda con el 80% de la propiedad.”[3] Y “En televisión satelital, a su turno, se produjo la fusión de Sky Chile y Direct TV, los cuales cuentan a marzo de 2005 con unos 55.000 abonados. En octubre de 2004, Sky Chile pasó a formar parte de Direct TV Group, perteneciente al grupo de medios de comunicación estadounidense News Group, vinculado al magnate australiano Rupert Murdoch. En febrero de 2005, VTR vendió los activos y cartera de clientes de Direct TV –licencia que hasta ese momento administraba- a Sky, que pasó a denominarse Direct TV Chile. Toda la televisión se encuentra, en consecuencia, en poder de consorcios norteamericanos: Liberty Media (televisión por cable) y Direct TV Group (Televisión satelital).”[4] Este último tiempo el panorama de la televisión satelital, cambia un poco con el ingreso del grupo de Telefónica Chile y Telmex Internacional, a ese rubro. Sin embargo, no hay mucho que decir en cuanto a la oferta.

Qué queda, entonces, internet podrán decir algunos. Claro, internet sigue siendo un lugar de relativa libertad, pero cuánta difusión y credibilidad tiene en comparación con los medios tradicionales, y cómo hacer para presionar desde esos sectores a una mayor pluralidad en las comunicaciones o ni siquiera eso, sino una mayor incredulidad de las personas un mayor cuestinoamiento, cómo hacer llegar las noticias, las informaciones importantes o los otros puntos de vista cuando se lucha contra un aparato comunicacional que mueve millones de dólares y que cuenta con el apoyo y la participación del Estado. Demasiado complejo, internet no es suficiente, en el artículo del “Le Monde” quedaban más o menos claras las debilidades y las falsas ilusiones que despertaba internet. Pero claro, internet por si solo no hace maravillas, tampoco internet en las mismas manos, como por ejemplo en las manos del gobierno. Y ojo, que la libertad de la red se ve amenazada, por leyes sobre vigilancia, tanto en la Unión Europea como en EUA, sobre todo en este último, con la “Ley Patriótica” que permite interferir todas las comunicaciones en aras de desbartar supuestos intentos terroristas, con penas de cárcel de 5 años, que pueden ser aumentadas con otra ley sobre seguridad. Esto no debiera ser posible, pero sucede y más cerca de lo que se cree, Chile no es la excepción. En definitiva, internet es una gran herramienta, pero se puede ir de las manos antes que sea realmente bien aprovechada para romper el cerco comunicacional. En el caso de la Chepa se rompió, pero más que por el mismo internet, por la tremenda cantidad de días que llevaba sin alimentarse y por las marchas que se reiteraban. La red por sí sola, es una herramienta más de los grandes consorcios comunicacionales, que recogen lo que se les antoja y que además poseen sus propias páginas que, por supuesto, son las más visitadas para informarse.

La concentración de poder que se produce por estos monopolios informativos, provoca una inevitable conversión ideológica, cumple lo que ningún régimen totalitario habría podido hacer. Su naturalización, la capacidad para que nunca se cuestione de fondo el orden establecido. Los medios fabrican mucho del mundo, desde niños nos vemos influidos y fabricamos imágenes con la participación de estos. Mientras el oligopolio se mantenga, mientras seamos incapaces de hacerle verdadero frente al batallón comunicacional, ideológico, informativo, continuará siendo tan difícil cuestionar, sin un rechazo tremendo. Los medios, son una gran arma del poder, para su autolegitimación, su continuación, para mantener su incólume figura. Es nuestra responsablidad tomar los espacio, aprovecharlos, difundirlo. Y no, y no y no sólo entre las personas que comparten las ideas, que apoyan y contribuyen, es sobre todo una gran misión abarcar toda la sociedad, resistir en todos lados donde la invasión sea casi incontrarrestable. De otra manera, jamás la libertad podrá estar en boca de todos.



[1] Muñoz J. Y Jiménez C. Estructura de los Medios de Comunicación en Chile. Extraído de: http://www.atinachile.cl/content/view/107922/ESTRUCTURA_DE_LOS_MEDIOS

_DE_COMUNICACI_N_EN_CHILE.html

[2] Cita extraída del texto de Muñoz J. Y Jiménez C.

[3] Fazio Hugo. Carta económica 20/03/2005: Comisión de “Libre Competencia” autoriza monopolio de TV Cable. CENDA, 2005. (http://cenda.cep.cl)

[4] Ibíd.